Chilecito Un paraiso llamado "La Perla del Oeste"



La Rioja es una de las provincias más áridas y menos pobladas del país. “En La Rioja se conjugan las huellas de dos historias antiquísimas: La del planeta y la de la humanidad. Hace decenas de millones de años, gran parte de esta tierra coloreada estuvo cubierta por el mar: Fósiles de plantas y animales submarinos son el testimonio. También fuertes plegamientos, con placas cuyos bordes se levantaron hasta quedar casi verticales. Una muestra de ello es el Parque Provincial Talampaya que contiene grandiosos farallones de tierra bermeja del estrato geológico de Paganzo. En esta zona existen importantes restos arqueológicos de arte primitivo realizados por los aborígenes prehistóricos, quienes comenzaron a poblar esta región hace unos 10 mil años. Entonces las lluvias eran abundantes, la fauna y la flora ricas y la vida de los cazadores y recolectores relativamente llevadera. De ello hablan los petroglifos que en la agreste rocosidad de estos lugares hoy perpetúan lo que probablemente eran importantes centros rituales”. Los Diaguitas que habitaban el noroeste de Argentina, pertenecían al grupo de los Cacanos, formado por los calchaquíes, Diaguitas y Pulares. Los primeros estaban al sur de Salta y algunas partes de Catamarca y Tucumán, los segundos sobre todo en Catamarca y La Rioja, y los Pulares vivían en Salta. El nombre de Diaguitas –que en quechua quiere decir “serranos”– fue impuesto por los Incas, con los que estaban muy emparentados culturalmente, aunque su lengua era el cacá o canana. El cacique repartía las tierras y organizaba la construcción y el cuidado de las terrazas de cultivo en laderas de la montaña. Trabajaban la tierra en común y se guardaba parte de la cosecha en los depósitos comunales. Cultivaban zapallos, porotos, ajíes, maíz y recolectaban frutos silvestres como la algarroba. También criaban llamas y alpacas, sobre todo en las zonas altas y frías.
Los Diaguitas hicieron maravillas con la cerámica. Cada familia fabricaba sus ollas, cántaros y vasijas. Además, había artesanos especializados que realizaban verdaderas obras de arte, como las urnas funerarias, donde enterraban a sus muertos. Algunas de estas urnas eran decoradas a todo color. La metalurgia también fue sobresaliente ya que no sólo supieron utilizar los distintos metales sino que también creaban mezclas de estos. El cobre y el bronce fueron los más utilizados pero también usaron el oro y la plata. Vivían en aldeas, a lo largo de los valles y quebradas de la región, formando parcialidades con nombres particulares. Levantaban sus caseríos en sitios poco accesibles de los valles.
La forma de las viviendas era rectangular y los muros se construían sin mortero. Eran de regular estatura. Hombres y mujeres usaban como vestimenta una especie de camisa larga con o sin mangas. Calzaban ojotas y hacían uso de la vincha con la que sujetaban sobre la frente plumas de aves. Sus adornos personales consistían en plumas, pulseras, pectorales de plata y en ocasiones diademas de plata y oro. Usaban el cabello largo que trenzaban y recogían en forma de moños o rodetes. Sus armas de guerra fueron el arco y la flecha. Cerca del 1000 DC., las sociedades del noroeste se caracterizan por un fuerte crecimiento demográfico y por la aparición de sociedades pujantes que poseían territorios bien controlados y defendidos. Cuando los españoles ingresaron al territorio de la actual Argentina entraron en contacto con grupos aborígenes que tenían diversos grados de desarrollo, entre ellos en la zona noroeste con los diaguitas.
Luego del descubrimiento de América en 1492 se inició la conquista y colonización de estos territorios, siendo su objetivo primordial, obtener metales preciosos y expandir la fe católica. A pesar de ser inferiores en número, los españoles alcanzaron un éxito rotundo gracias a sus armas de fuego, los caballos y armaduras. Otros factores que contribuyeron a la victoria española fueron la sorpresa que provocaron entre los indígenas que los tomaron por Dioses. El 20 de mayo de 1591, Juan Ramirez de Velazco, con la finalidad de establecer un asiento estratégico para combatir a los indígenas, funda Todos los Santos de la Nueva Rioja (actual La Rioja). Este nombre fue puesto en homenaje a la antigua comarca española del mismo nombre. Cuando el fundador trazó la cuadrícula de la ciudad, reservó algunos espacios para las órdenes religiosas: franciscanos, mercedarios, dominicos y jesuitas, y destinó un solar frente a la plaza mayor para la Iglesia Matriz dedicada a San Pedro Mártir. Dada su proximidad a los yacimientos mineros de Famatina, la ciudad se convirtió, durante la época de la Colonia, en una de las más importantes para el movimiento socioeconómico.
La abundante población indígena existente en la zona fue repartida por el fundador en encomiendas. Fueron cerca de 11.000 los indígenas distribuidos en distintas regiones del país. Con la voz quechua Tinkunaco, (que significa encuentro, fusión o mezcla) los riojanos reviven anualmente, los acontecimientos sucedidos en la Pascua de 1593, cuando los Diaguitas no soportando más el mal trato de los españoles, resolvieron atacar la ciudad. Las armas apostadas en el fuerte de Las Padercitas fueron insuficientes para resistir el ataque de alrededor de 9.000 indios conducidos por 45 caciques de otros tantos poblados. Ante esta situación los españoles recurrieron a los oficios de San Francisco Solano, quién logró restablecer la paz. La fundación de Catamarca facilitó a los riojanos la comunicación con Tucumán, pero la escasez de agua limitó la expansión de sus algodonales y viñedos.

En la segunda mitad del siglo XVIII tomó importancia Chilecito, comunidad organizada alrededor de la Hacienda Santa Rita y que un siglo más tarde superaría a la propia capital en población. El mayor crecimiento poblacional de la provincia tuvo lugar durante el siglo XIX.

El segundo departamento más importante de la provincia de La Rioja es Chilecito. Está situado al pie del imponente macizo del Famatina, de 6250 m.s.n.m., sobre la Sierra de Velasco de 4250 m.s.n.m. y cerca de las pequeñas colinas del Cordón del Paimán. Dista a 196 km de la capital de la provincia, por la Ruta Nac. Nº 38, 70 km hasta Patquía, y de allí a través de la Ruta Nac. Nº 74, los 126 km restantes hasta el destino. El clima de esta región es templado con una marcada tendencia al cálido árido de las sierras, siendo los inviernos benignos por presentar pocos días fríos y veranos abrasadores y largos con altas temperaturas. La arquitectura de Chilecito es el resultado de la conjunción de las casas finiseculares con modernas construcciones. Su plaza central cuenta con especies vegetales autóctonas como cardón, algarrobo, tusca, espinillo, visco, chañar, tala y retamo. Chilecito adquiere importancia a nivel nacional por ser el centro minero más importante de explotación. Su denominación actual se debe a la gran influencia de mineros chilenos llegados a fines del siglo XIX para trabajar en las riquezas auríferas de la región. Gracias a estar emplazado sobre un gran valle, Chilecito ofrece múltiples aspectos turísticos para disfrutar de la estadía en contacto con la naturaleza. Agroturismo, ecoturismo, safaris fotográficos, mountain bike, parapente, trekking, cabalgatas, montañismo y 4 x 4 son algunas de las actividades que se pueden desarrollar en la región. Entre los paseos y excursiones más destacados de Chilecito se hallan el cable carril, que data de finales del siglo XIX y une la estación ferroviaria de la ciudad con la mina La Mejicana; el Mirador Portezuelo, ubicado en el faldeo del cerro Famatina y las ruinas Incas de Tambería. También se puede efectuar visitas a pequeñas y pintorescas poblaciones que rodean la ciudad a escasos kilómetros, donde la calidez y atención de su gente hacen que el visitante no quiera terminar sus vacaciones.

Patay "el pan de los Pobres"

Patay

Algarrobo

Es el arbol sin nombre, o que los tiene todos porque nuestros quechuas le dieron el nombre de todos los arboles le llamaron simplemente y especialmente ARBOL que en lengua quechua es TACÚ. Los conquistadores le llamaron algarrobo por su parecido a un arbol cuyos frutos son dulces como los del nuestro.


Para nuestra tribu guaraní su nombre es IBOPE-PARA (arbol puesto en el camino para comer).


Algarrobo es sinónimo de arbol porque todo lo que un arbol puede dar lo tiene: unos frutos dulces -la algarroba- y muy alimenticios, de los que se hace aloja, añapa, patay, y haste una especie de cafe con la semilla tostada. Cuenta la leyenda que Deolinda Correa en el momento que muere iba en busca de algarrobas, la fuente nutricia.


La Pacha Mama (Madre Tierra) elige su sombra para guarecerse cuando en la fiesta del Chiqui, toma forma de anciana para prodigar milagros.


De este milenario y maravilloso arbol que le dio al avida a nuestros ancestros, se pueden cosechar una legumbre que se le llama algarroba que es usada como ya dijimos para la elaboración de un pan denominado PATAY.


 


Patay:


Especie de pan elaborado con harina de algarrobo blanco típica del centro y norte de Argentina.


El patay cumplió las funciones de ser una especie de "pan" en la dieta de pueblos aborígenes como los paziocas (="diaguitas"), lules, huarpes, omaguacas, toconotés, "comechingones", sanavirones entre otros. En la actualidad es un alimento típico de la población criolla gauchesca del Norte argentino, especialmente en el norte de Cuyo y el NOA


 


Composición Centesimal de la



harina de Tacú (Algarrobo)


 


 










 


Preparación


Las vainas ("chauchas") de la algarroba (o algarrobo) son dejadas a secar al sol durante unos días (aproximadamente una semana), cuando están lo suficientemente secas se muelen hasta obtener harina, se mezcla tal harina con agua en las proporciones suficientes como para obtener una masa, luego se coloca esta masa en una horma llamada popularmente, por su forma, "aro"; se deja secar la masa estacionada durante dos o tres días en un sitio bien seco y limpio, tras esto el alimento está listo para ser consumido.

Productos Regionales Nativos Argentinos

La larga historia de nuestro país nos muestra que a lo largo de ella, nuestros antepasados, nuestros ansestros, ya conocían -ya sea por experimentación, ya sea por alguna "fuerza misteriosa"- las bondades de los diversos productos de la tierra para la supervivencia primero y para el cuidado de su salud en una segunda instancia.


Ellos supieron eficientizar al máximo las propiedades curativas y las bondades culinarias de los productos naturales, experimentaron la mejor técnica para el cultivo, regadío y curado de plagas de sus cultivos. Como resultado de esto, los registros con que se conocen dan cuenta de una salud envidiable para las generaciones actuales. Contaban ellos con un ecosistema totalmente balanceado con cada uno de los factores bióticos y abioticos interactuando en la mejor armonía.



Esto es lo que da impulso a este nuevo proyecto de promocionar nuestros productos al tiempo que difundimos nuestra rica cultura. Muchos de los productos que se publicitan tienen origen en aquella época precolombina en los grandes imperios aborígenes de nuestro continente.

Talvez haya sido el primer paso para la producción de alimentos orgánicos, talvez ellos sin saberlo, han dejado su legado para que los científicos ahora puedan determinar las pautas de una producción orgánica sustentable. Debemos mucho a nuestros ansestros, lo único que ellos no tenian eran libros, pero construyeron su historia en base a experiencia de boca en boca, de generación en generación.

Quesillo de Cabra